Siempre siempre siempre
Desde siempre, con los amigos de siempre nos prometimos jugar al fútbol los martes mientras hubiera fútbol y mientras hubiera martes siempre siempre siempre.
Desde siempre, también desde siempre, como nos prometimos jugar al fútbol mientras hubiera fútbol y mientras hubiera martes siempre siempre siempre, nos prometimos dedicar los lunes a pronosticar cómo iba a ser nuestro fútbol de los martes y dedicar los miércoles a analizar como había sido nuestro fútbol de los martes.
Siempre jugamos al fútbol los martes, siempre lo pronosticamos los lunes y siempre lo analizamos los miércoles, siempre aunque la lluvia se ensañara con los martes y con los lunes y con los miércoles, siempre aunque los martes y los lunes y los miércoles se nos volvieran días para que nos nacieran hijas e hijos, siempre aunque los martes y los lunes y los miércoles sellaran el pasaporte de unos cuantos de nuestros amores a la condición de desamores, siempre aunque los martes y los lunes y los miércoles propiciaran el olvido de esos desamores y el surgimiento de nuevos amores, siempre aunque los martes y los lunes y los miércoles se anunciaran medidas económicas destinadas a lastimarnos, siempre aunque los martes y los lunes y los miércoles se ejecutaran sin anuncios medidas represivas que podían matarnos, siempre aunque los martes y los lunes y los miércoles se poblaran de velorios o de éxitos o de fiebres, siempre siempre siempre los martes y los lunes y los miércoles porque nos prometimos jugar al fútbol los martes y pronosticarlo los lunes y analizarlo los miércoles mientras hubiera fútbol y mientras hubiera martes.
Siempre, desde luego que siempre, con los amigos de siempre hicimos todo eso siempre porque las promesas son promesas y se cumplen siempre siempre siempre.
Siempre, inclusive ahora, cuando los huesos no nos responden, y cuando los músculos ya ni son músculos, y cuando atravesar un área chica nos fatiga como si trotáramos de una punta a la otra de la Patagonia, y cuando no recordamos ni dónde quedan las canchas ni dónde se fueron los amores, y cuando no hay rastros del último de nuestros córners y del segundo de nuestros penales y tampoco hay rastros de nada o de casi nada de lo que siempre siempre siempre jugamos los martes y pronosticamos los lunes y analizamos los miércoles porque eso nos prometimos mientras hubiera fútbol y mientras hubiera martes.
Hubo quienes, entonces, argumentando desde cierta lógica, evaluaron que, inevitablemente, no habría posibilidad de seguir cumpliendo con lo que nos prometimos.
No entendieron nada.
Cierto: para nosotros, murieron los martes.
Pero jamás el fútbol.
Así que los lunes pronosticamos y los miércoles analizamos.
Promesas son promesas.
Siempre siempre siempre.
